WATAIN: Fuego, Sangre y Blasfemia — El Culto del Black Metal Vivo

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Pocos grupos han mantenido con tanta fidelidad el fuego ritual del black metal como Watain. Surgidos a finales de los años 90 en Suecia, esta banda no solo ha mantenido viva la esencia cruda, sacrílega y ceremonial del género, sino que la ha llevado a nuevos extremos, tanto en lo musical como en lo visual. Watain no es simplemente una banda: es un culto.


Formados en 1998 en Uppsala, Suecia, por el vocalista y bajista Erik Danielsson, Watain nació como un homenaje visceral al black metal de la vieja escuela, influenciado por bandas como Bathory, Mayhem y Dissection. Desde sus inicios, la banda dejó claro que no buscaban fama ni reconocimiento superficial: Watain existía para invocar el caos, el fuego y lo oculto.

Su nombre proviene de una canción de la banda Von, otra leyenda del underground. Desde entonces, Watain se ha convertido en sinónimo de black metal ortodoxo y ceremonial, siempre envuelto en sangre, incienso y fuego.


Discos como «Casus Luciferi» (2003), «Sworn to the Dark» (2007) y el aclamado «Lawless Darkness» (2010) posicionaron a Watain como uno de los referentes del black metal contemporáneo. Su música, aunque arraigada en la brutalidad del género, también incorpora estructuras melódicas complejas, atmósferas densas y letras profundamente esotéricas y teológicas.

Con «The Wild Hunt» (2013) sorprendieron a muchos al experimentar con sonidos más pesados, épicos y hasta doom, sin perder un ápice de oscuridad. Su evolución sonora ha sido arriesgada, pero siempre coherente con su visión espiritual del arte.


Si hay algo que ha llevado a Watain a la notoriedad mundial, más allá de su música, son sus actuaciones en vivo. Sus conciertos son verdaderos rituales satánicos donde se usan huesos, sangre real (a menudo de animales), fuego, velas negras y crucifijos invertidos. La atmósfera es intensa, nauseabunda y profundamente simbólica.

Han sido censurados, vetados y criticados, pero también alabados por su compromiso inquebrantable con su estética y filosofía. Para ellos, subir al escenario no es entretener: es invocar, canalizar y rendir culto a las fuerzas del caos.


A diferencia de muchas bandas que usan imágenes satánicas como simple provocación, Watain se toma muy en serio su espiritualidad luciferina. Erik Danielsson, su líder y portavoz, ha declarado en numerosas entrevistas que su arte es una forma de adoración, una expresión directa de sus creencias.

No se trata solo de «anticristianismo» o rebelión juvenil, sino de una cosmovisión oscura que abraza el caos, la muerte, el fuego y la transgresión como motores de transformación espiritual.


Watain ha protagonizado numerosos incidentes: desde shows interrumpidos por lanzar sangre sobre el público hasta ser cancelados en Singapur por «riesgos para el orden público». En Canadá y EE. UU., varias organizaciones cristianas han intentado impedir sus conciertos.

Pese a todo, la banda ha mantenido su postura desafiante, defendiendo la libertad artística y la autenticidad de su mensaje. Para ellos, las reacciones extremas son prueba de que aún quedan fuerzas vivas contra las que luchar.


Con más de dos décadas de trayectoria, Watain ha dejado una marca imborrable en el black metal mundial. Lejos de diluirse, su discurso se ha intensificado con discos como «Trident Wolf Eclipse» (2018) y «The Agony and Ecstasy of Watain» (2022), reafirmando que siguen siendo una de las bandas más temidas, respetadas y auténticas del género.


En un mundo cada vez más domesticado y superficial, Watain sigue siendo una llama negra que arde con furia. Su música, su arte y su mensaje no son para todos, pero para quienes buscan una experiencia verdadera, extrema y transformadora, Watain ofrece algo más que metal: ofrece un portal hacia el abismo.